No hay piedad
para las hijas de la vida
en las lunas de viento.
Corretean las almas
enredadas por las esquinas
y todo se confunde
los miedos se disfrazan de deseos
y los deseos se acobardan y se esconden.
Pocas palabras.
Y mudas, y secas y opacas.
.
La batalla, movimiento primitivo,
es apenas perceptible.
Pero se enredan las almas
entre las sábanas
y todo se confunde:
sueño, suspiro y verbo.
Y cierto anhelo
y dos fantasmas
con mirada de carbón.
Pocas palabras.
Y a medias, y esquivas.
.
No hubo piedad
para las hijas de la vida
en las lunas de viento
Pero también ellos cesan
– los vientos –
como mengua la luna.
Y aprenden los dedos
a florecer de nuevo
y aprenden las flores
a deshacer los nudos
de las almas enredadas.
Emprenden las manos
su tarea antigua,
desarman los líos
devuelven la calma a las almas
y la luz a los nidos.
.